“Abril 11. –Reina el espanto”.

Así fue descripto aquel día a tan sólo 149 años de nuestra actualidad por Mardoqueo Navarro en su Diario sobre la epidemia de fiebre amarilla que arrasó con más del 8% de la población de la Ciudad de Buenos Aires durante los primeros meses de 1871. En dicha publicación se relatan los hechos desde el 27 de enero al 22 de junio de ese año.

Una de las tantas víctimas de la fiebre amarilla fue el mismísimo Ministro Carrasco de la Corte Suprema de ese entonces, quien falleció el 14 de abril.

Zavalía en su libro lo relata de esta forma: “Durante la epidemia de fiebre amarilla, de tan ingrata memoria, murió, mientras estaba consagrado a auxiliar a los enfermos, el Ministro doctor Benito Carrasco (…)” (ZAVALÍA, Clodomiro, Historia de la Corte Suprema de Justicia en relación con su modelo americano, Edición Casa Jacobo Peuser, 1920, p. 158).

Aquella epidemia forzó a gran parte de la población a abandonar la Ciudad (X), entre ellos al Presidente de la Nación, Domingo Faustino Sarmiento (XX), luego de dictar el Decreto N° 8461 de fecha 11/04/1871, mediante el cual suspendió el funcionamiento de las Oficinas Nacionales hasta fines de abril de ese año.

Como consecuencia de ello, la Corte Suprema de Justicia de la Nación se declaró en receso hasta el 01/05/1871 a través del Acuerdo del 11/04/1871.

Sin embargo, a comienzos de mayo la situación no mejoró y el Presidente decidió dictar el Decreto N° 8465 del 01/05/1871, disponiendo que el Decreto N° 8461 continuaba rigiendo hasta el 15/05/1871, pero con algunas excepciones para ciertas actividades que podían llevarse a cabo sólo durante ciertos días de la semana.

Este nuevo Decreto obligó a la Corte a prorrogar su receso hasta el 15/05/1871

Pero la fiebre amarilla no sólo provocó un receso judicial en nuestro Máximo Tribunal. En efecto, la Suprema Corte de los Estados Unidos pospuso su actividad en los meses de agosto de 1793 y 1798 por los brotes de Fiebre Amarilla o incluso en el mes de octubre de 1918 por la epidemia de Gripe Española (estos recesos se encuentran relatados en la sección de Press releases de la Suprema Corte de los Estados Unidos de fecha 16/03/2020).

«El 8 de diciembre de 1871 los porteños asistieron a un acontecimiento que los conmovió profundamente. Ese día, en el foyer del Teatro Colón, el famoso pintor uruguayo Juan Manuel Blanes, de 41 años, presentó al público su tela Episodio de la fiebre amarilla.» Así comienza el relato sobre esta magnífica pintura realizado por Miguel Ángel Scenna en su libro Cuando murió Buenos Aires 1871

Scenna describe esta obra de arte de la siguiente manera: «El cuadro, hoy celebérrimo, sacudió a la ciudad que aún tenía las llagas abiertas. En verdad, Blanes había sabido expresar sustancialmente la miseria, el horror y el heroísmo de aquellos aciagos días, a través de una composición equilibradamente alegórica: una miserable habitación de conventillo, sobre cuyo suelo de ladrillos yace una joven mujer, muerta por la fiebre amarilla. Sobre ella gatea el hijo de pocos meses, buscando con sus pequeñas manos el seno materno; al fondo, sobre un lecho desordenado, se desdibuja el cadáver del padre. Las dos hojas de la puerta de la habitación están abiertas y contra ella se destacan dos miembros de la Comisión Popular. El centro del cuadro lo ocupa el doctor Roque Pérez, el rostro bajo, las manos unidas en un gesto de conmiseración y profunda tristeza, entre Argerich y Pérez, hacia la habitación.»

Cabe destacar el acierto de Scenna al ponderar esta obra, ya que consideró que «no podía ser más oportuno el cuadro de Blanes para golpear en lo más hondo de los porteños. No sólo en la realista crueldad con que pintó esa habitación pobre y sucia con sus víctimas, sino al ensalzar con ella la imagen de dos de los mártires más queridos, dos inolvidables caídos en la misión de caridad cristiana. Desde el presidente Sarmiento abajo, todos felicitaron calurosamente a Blanes. La prensa lo puso por las nubes unánimemente, los poetas le dedicaron versos, los escritores redactaron crónicas laudatorias. Los miembros de la que fuera Comisión Popular, los médicos que lucharan contra el flagelo, todos los que vivieran aquellos días de espanto acudían al foyer del Colón y contemplaban largamente a Roque Pérez y a Manuel Argerich -sus compañeros de ayer- irguiendo su pena sobre una víctima tronchada en plena juventud.» Y agregó Scenna, «miraban y revivían.»

Cuenta este historiador que el cuadro «Episodio de fiebre amarilla» fue blanco de negociaciones entre nuestro país y Uruguay, que estuvieron a punto de desatar un conflicto diplomático. Es que la Argentina estaba dispuesta a comprar la obra, pero Blanes ya la había vendido al coronel Pagola que lo había comprado por cuenta del gobierno uruguayo. Finalmente, el cuadro terminó en el Museo de Montevideo.

Sin embargo, «exactamente setenta años después, en 1941, el cuadro volvió a cruzar transitoriamente el río y fue expuesto en Buenos Aires en una muestra general de Blanes.» 449

Ahora bien, ¿cuál fue el origen de esta célebre obra? Scenna explica que «hace mucho tiempo que algunos investigadores se preguntaban si Blanes tomó el cuadro de la realidad, es decir sin en vez de idearlo de manera absoluta, no se basó en un hecho real acontecido en Buenos Aires durante los primeros trágicos meses de 1871.» 449

Así, entre las distintas teorías expuestas en su libro, se encuentra una publicación en el Diario La Nación realizada el 18 de marzo de 1871:

«A medida que la epidemia va azotando a la población vamos conociendo cuadros desgarradores y tristísimos, principalmente entre la gente ajena a toda clase de recursos.

Sabemos que anoche un sereno penetró en una casa de la calle Balcarce, llamando la atención que la puerta estuviera abierta en altas horas y se encontró con el cadáver de una mujer y entre sus brazos una criatura de cuatro meses que mamaba aún de los pechos de aquélla.

Es de suponer que esta mujer ha sido ataca de la fiebre y ha muerto sin tener quien le prestara el menor auxilio.

La niña fue recogida y remitida a la Casa de Expósitos…»

Es así que Scenna prefiere entender que «fue Blanes quien completó imaginariamente el cuadro, agregó al cadáver del marido al fondo y colocó en lugar destacado a dos miembros de la Comisión Popular» ( Roque Pérez y Manuel Argerich), «víctimas del flagelo, como un homenaje que simultáneamente agregaba fuerza expresiva a la composición.» 452

NOTAS

(X) Miguel Angel Scenna cuenta que «Ya el 9 de abril La Nación aconsejaba desde su editorial el éxodo de la ciudad y el 11 decía La Prensa bajo el título «Desalojo de la Ciudad»: «La alarma cunde. Los espíritus fuertes, sin desfallecer en su tarea ardiente, han llegado sin embargo a convenir en que es necesario que Buenos Aires se despueble. Tarde, desgraciadamente, hemos venido a una conclusión tan dolorosa. Todos los cálculos han resultado fallidos. Los que hemos escrito sobre higiene hemos poetizado. Los que hemos creído que el flagelo disminuía, hemos soñado… Huir, salir de la ciudad, es el consejo que la Comisión Popular acaba de dar al pueblo. (…)»

(xx) Si bien Sarmiento fue duramente criticado tanto a través de las editoriales de los diarios que subsistieron durante la epidemia, como La Nación y La Prensa, y por los opositores