Un 11 de abril de 1871 el entonces presidente Domingo Faustino Sarmiento dictó el Decreto N° 8461 y ordenó la suspensión del funcionamiento de las Oficinas Nacionales hasta fines de abril.

Como consecuencia de ello, la Corte Suprema de Justicia de la Nación se declaró en receso a través del Acuerdo del 11 de abril 1871.

«El 8 de diciembre de 1871 los porteños asistieron a un acontecimiento que los conmovió profundamente. Ese día, en el foyer del Teatro Colón, el famoso pintor uruguayo Juan Manuel Blanes, de 41 años, presentó al público su tela Episodio de la fiebre amarilla.» Así comienza el relato sobre esta magnífica pintura realizado por Miguel Ángel Scenna en su libro Cuando murió Buenos Aires 1871

Scenna describe esta obra de arte de la siguiente manera: «El cuadro, hoy celebérrimo, sacudió a la ciudad que aún tenía las llagas abiertas. En verdad, Blanes había sabido expresar sustancialmente la miseria, el horror y el heroísmo de aquellos aciagos días, a través de una composición equilibradamente alegórica: una miserable habitación de conventillo, sobre cuyo suelo de ladrillos yace una joven mujer, muerta por la fiebre amarilla. Sobre ella gatea el hijo de pocos meses, buscando con sus pequeñas manos el seno materno; al fondo, sobre un lecho desordenado, se desdibuja el cadáver del padre. Las dos hojas de la puerta de la habitación están abiertas y contra ella se destacan dos miembros de la Comisión Popular. El centro del cuadro lo ocupa el doctor Roque Pérez, el rostro bajo, las manos unidas en un gesto de conmiseración y profunda tristeza, entre Argerich y Pérez, hacia la habitación.»

Cabe destacar el acierto de Scenna al ponderar esta pintura , ya que consideró que «no podía ser más oportuno el cuadro de Blanes para golpear en lo más hondo de los porteños. No sólo en la realista crueldad con que pintó esa habitación pobre y sucia con sus víctimas, sino al ensalzar con ella la imagen de dos de los mártires más queridos, dos inolvidables caídos en la misión de caridad cristiana. Desde el presidente Sarmiento abajo, todos felicitaron calurosamente a Blanes. La prensa lo puso por las nubes unánimemente, los poetas le dedicaron versos, los escritores redactaron crónicas laudatorias. Los miembros de la que fuera Comisión Popular, los médicos que lucharan contra el flagelo, todos los que vivieran aquellos días de espanto acudían al foyer del Colón y contemplaban largamente a Roque Pérez y a Manuel Argerich -sus compañeros de ayer- irguiendo su pena sobre una víctima tronchada en plena juventud.» Y agregó Scenna, «miraban y revivían.»

Cuenta este historiador que el cuadro «Episodio de fiebre amarilla» fue blanco de negociaciones entre nuestro país y Uruguay, que estuvieron a punto de desatar un conflicto diplomático. Es que la Argentina estaba dispuesta a comprar la obra, pero Blanes ya la había vendido al coronel Pagola que lo había comprado por cuenta del gobierno uruguayo. Finalmente, el cuadro terminó en el Museo de Montevideo.

Sin embargo, «exactamente setenta años después, en 1941, el cuadro volvió a cruzar transitoriamente el río y fue expuesto en Buenos Aires en una muestra general de Blanes.» 449

Ahora bien, ¿cuál fue el origen de esta célebre obra? Scenna explica que «hace mucho tiempo que algunos investigadores se preguntaban si Blanes tomó el cuadro de la realidad, es decir sin en vez de idearlo de manera absoluta, no se basó en un hecho real acontecido en Buenos Aires durante los primeros trágicos meses de 1871.» 449

Así, entre las distintas teorías expuestas en su libro, se encuentra una publicación en el Diario La Nación realizada el 18 de marzo de 1871:

«A medida que la epidemia va azotando a la población vamos conociendo cuadros desgarradores y tristísimos, principalmente entre la gente ajena a toda clase de recursos.

Sabemos que anoche un sereno penetró en una casa de la calle Balcarce, llamando la atención que la puerta estuviera abierta en altas horas y se encontró con el cadáver de una mujer y entre sus brazos una criatura de cuatro meses que mamaba aún de los pechos de aquélla.

Es de suponer que esta mujer ha sido ataca de la fiebre y ha muerto sin tener quien le prestara el menor auxilio.

La niña fue recogida y remitida a la Casa de Expósitos…»

Es así que Scenna prefiere entender que «fue Blanes quien completó imaginariamente el cuadro, agregó al cadáver del marido al fondo y colocó en lugar destacado a dos miembros de la Comisión Popular» ( Roque Pérez y Manuel Argerich), «víctimas del flagelo, como un homenaje que simultáneamente agregaba fuerza expresiva a la composición.» 452

NOTAS

(X) Miguel Angel Scenna cuenta que «Ya el 9 de abril La Nación aconsejaba desde su editorial el éxodo de la ciudad y el 11 decía La Prensa bajo el título «Desalojo de la Ciudad»: «La alarma cunde. Los espíritus fuertes, sin desfallecer en su tarea ardiente, han llegado sin embargo a convenir en que es necesario que Buenos Aires se despueble. Tarde, desgraciadamente, hemos venido a una conclusión tan dolorosa. Todos los cálculos han resultado fallidos. Los que hemos escrito sobre higiene hemos poetizado. Los que hemos creído que el flagelo disminuía, hemos soñado… Huir, salir de la ciudad, es el consejo que la Comisión Popular acaba de dar al pueblo. (…)»

(xx) Si bien Sarmiento fue duramente criticado tanto a través de las editoriales de los diarios que subsistieron durante la epidemia, como La Nación y La Prensa, y por los opositores

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